Me parece aún pronto para hablar de este tema, pero parece ser que cualquier medio que en parte o en su totalidad se dedique a glosar temas brugueriles ha de tocar tan espinoso asunto. Aunque este mi blog, de aún corta vida, no esté dedicado en exclusiva a la añorada Escuela Bruguera (aunque la sensación que dé sea muy distinta), una serie de acontecimientos y comentarios (uno, para ser más exactos) han precipitado algo que parece inevitable.
Hace muchos años, cuando comenzaba a aficionarme a devorar desaforadamente historietas de todo pelaje, haciendo especial hincapié en las procedentes de Bruguera, me di cuenta de algo inquietante. Y es que parecía que, a veces, tanto mi idolatrado Ibáñez (del que a fecha de hoy aún no he comentado nada), como mi adorado Vázquez dibujaban distinto a mis admirados personajes…
…Durante muchos años, mis interlocutores a la hora de comentar asuntos relacionados con el mundo del tebeo, han pasado por encima todo lo relacionado con Bruguera, limitándose a adorar sin disimulo a Byrne, Moebius, Manara, Charest, Giménez, Bilal, Sakai, Romita, Ross, McKean, Miller, Mignola, Otomo, y un (felizmente) larguísimo etcétera.
Afortunadamente, uno de ellos no tenía ni idea de quienes eran la mayoría de los mencionados anteriormente, y menos de quienes pudieran ser los componentes de ese larguísimo etc. De hecho, en un mundo especializado, no es este su campo de especialización. Dicho sea de tampoco es el mío, si es que llego a estar especializado en algo. Tan solo soy un (muy) aficionado. Este interlocutor, al que por preservar su anonimato llamaré “El muxhaxho”, y yo, solíamos mantener conversaciones en las que se incluía siempre una parte dedicada a la Escuela Bruguera. Actualmente sigue ocurriendo lo mismo de vez en cuando. Pero por aquel entonces, un buen día, dimos en comentar lo que yo ya había advertido en una tierna edad, Por supuesto, ya por entonces poseíamos suficiente discernimiento para haber advertido que no era que los dibujantes en los que habíamos observado este fenómeno hubieran bebido o estuvieran enfermos (que supiéramos) a la hora de dibujar las historietas que eran diferentes estilísticamente a lo habitual, sino que LO HACÍAN OTROS SEÑORES. Esto, y quiero aclarar y poner como disculpa nuestra insultante juventud de aquellos entonces, nos causaba gran escándalo. Y dimos nombrar a aquellos anónimos dibujantes con el apelativo “chimpas”.
Antes de seguir, y terminar, con este post introductorio, he de aclarar que, al menos en la actualidad, este apelativo no es peyorativo. Más ofensivo me parece (y tampoco es para tanto) el llamarles “negros”, pero es un término aceptado para esta “oscura” labor. “Chimpa”, entonces, es sinónimo de “negro”, pero esta palabra es más especializada.
¿Qué es un “chimpa”?
Dícese de aquel dibujante que, desde el más oscuro de los anonimatos, realiza como buenamente puede (y en ocasiones muy buenamente) la sustitución del dibujante oficial de la serie pretendiendo que esta pase como si fuera del autor original. Este término es aplicable, por las circunstancias especiales y únicas en las que se produjo este fenómeno, únicamente a series “chimpaizadas” de la Editorial Bruguera, aunque también se podría aplicar a fenómenos parejos en distintas áreas. La etimología de este término es fácilmente explicable. Proviene de una especie de guiño humorístico que a la circunstancia descrita dibujó Ibáñez en la historieta “Hacer un extraordinario… ¡Jo, menudo calvario!”, publicada en 1983, como conmemoración del 25º aniversario de Mortadelo y Filemón. Más concretamente de las viñetas que podéis ver a continuación.
Aunque aquí NO se va a utilizar el término “chimpa” peyorativamente, no creo que a los aludidos les hiciera demasiada gracia leer esto. Aunque realmente, aunque se puede tomar como alusión a los “negros” (y a partir de ahora y definitivamente, “chimpas”) de Ibáñez, es posible que su única pretensión con el chiste fuera reírse de él mismo, sin segundas intenciones.
Y como este tema da para muchas reflexiones y curiosidades, mejor acabamos aquí por hoy. Para compensar de tanta letra junta, os ofrezco la historieta mencionada íntegra.
Jaleo en la redación de Bruguera. Aparece Armando Matías Guiu (1925-2004) el creador de los Diálogos para Besugos en la segunda viñeta |
Moortadelo, Filemón y Julio Fernández, director editorial y guionista de historietas |
Joan Rafart i Roldán, más conocido como Raf. Ibáñez se burla de su edad, ya que era 8 años mayor |
El escritorio de Montse Vives, redactora, sugiere a una mujer atractiva, con una foto de un Felipe González recién "presidenciado" |
Aparición del prócer Ibáñez |
El origen del término "chimpa" |
Anna María Palé, traductora, directiva de Bruguera y, tras la salida de Ibáñez de la editorial, agente del mismo. Supermán y Olivia, la de Popeye, en el papel de Montse Vives |
¡Qué cosas! Me alegro de que hayas conseguido esta historieta íntegra, pues hace relativamente poco no la tenías (hace poco en el sentido puramente cronológico, que si nos atuviésemos a los acontecimientos acaecidos de entonces acá, estaríamos hablando de otra era).
ResponderEliminar—Oiga, ¿y a qué viene eso aquí?
—Y usted, ¿qué demonios pinta aquí?
Maravilloso descubrir toda esta época brugueresca! Me ha encantado el homenaje-parodia de Ibáñez a sus compañeros!
ResponderEliminarDe esta historieta procede el término utilzado en este blojjj "chimpa", que no se utiliza en ninguna otra parte. Dibujantes anónimos no eran, como ya hemos ido viendo, y algunos se delataban por sus estilos. Historietas apócrifas me parece demasiado serio, y "negros" inadecuado en toda su extensión. Esta historieta de hace 28 años nos hizo acuñar el término al muxhaxho a servidor de ustedes, limitándose su uso en este sentido a ese estrecho círculo (de dos) durante tan largo período.
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