La fama de traviesos de los Zipi y Zape, una muestra escalofriante.

Los qye crecimos en los 80 y leímos alguna vez Zipi y Zape nos preguntábamos a qué vendría esa fama de traviesos y chicos terrribles que tenían. Si bien no eran ni mucho menos ángeles, tampoco había para tanto. Y encima la mayoría de las veces tenían buenas intenciones, e incluso "cometían" su buena obra semanal.
Lo que perdía a los Zipi y Zape precisamente eran sus buenas intenciones, su mala interpretación de algunas cosas y un deseo de satisfacer su curiosidad que les podía llevar a... porqué no utilizar esa expresión popularizada por You Tube... liarla parda.
Y aquí os dejo un ejemplo publicado en el nº 213 de Pulgarcito, de antes de la aparición del código que suavizó a Doña Urraca, atemperó el violento carácter de la mujer de Don Pío, Doña Benita, y demás cosas que podeis averiguar en este vuestro blojjj: los zipi y Zape se convirtieron en seres angelicales, honrando a toda costa a su padre y a su madre, e incluso en héroes en ocasiones. Pero aquí, repito...la liaron parda.
Y ya le podeis buscar justificación...

3 comentarios:

  1. Pues anda que D. Pantuflo que los agarra por el cuello cuando cree que tienen el sarampión... Es curioso, parece que la gamberrada menos importante y que al final pasa desapercibida es la del tren real. El desprecio que siempre han inspirado en España el ferrocarril, sus trabajadores y sus usuarios es espeluznante.

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  2. Pues esa es la que a mi me ha parecido escalofriante!

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  3. Sí, y a mí, y la gracia estriba en que ante esa pavorosa escena de dolor y destrucción tienen el flemático diálogo: «Tengo el presentimiento de que papá se enfadará cuando sepa esto.» «Puede que sí.» Pero luego, a diferencia de las otras travesuras que son descubiertas por un consternado Don Pantuflo y que se intuye que han de provocar el consecuente castigo pese al chiste del desenlace, del pequeño accidente ferroviario nunca más se supo.

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