Historias del Frikismo; Iconos pop(ulares)

























8 comentarios:

  1. ¿Y este qué hace aquí entre toda esa canalla?

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  2. A ver, muxhaxho, te creo con la suficiente inteligencia como para no andar tendiendo celadas tan pueriles. No me defraudes.

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  3. Seré pueril, pero sigo sin ver la celada ni qué cuerda toca un eminente poeta, cuentista y novelista del siglo XIX, una de las mayores figuras de la literatura romántica, en medio de una horda de personajes —unos reales y otros de ficción— de diferentes ámbitos de la (sub)cultura popular del siglo XX.

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  4. Pintar no pintaba, escribía, pero ya puestos te aclararé que está junto a uno de los mejores directores de cine del siglo XX y de lo que llevamos del XXI, con míticos intérpretes e intrépretas de películas, con algún personaje de ficción que ha trascendido más allá de la obra del poeta, cuentista, periodista...(hummmmm!)alcohólico y adicto a las drogas, como alguna de las icónicas figuras que aquí se presentan. Me parece que la celada te la has tendido tu solo pensando en subculturas, por muy "entreparentisado" que esté el sub, cuando sólo existe la cultura, y las hordas están fuera de ella intentando hacer valer como bueno su única "razón". Lo único que lamento a estas alturas es no saber si tu permanencia en las catacumbas es real o ficticia.

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  5. Yo no he dicho absolutamente nada de pintar, muxhaxho. En cuanto al dirigidor cínico, supongo que será Jarri el Sucio que aparece varias veces. No acabo de entender lo del personaje que trasciende más allá de la obra, ¿te refieres a la criatura fabricada por el Dr. Piedra de Franconia en su encarnación cinematográfica? ¿Y qué significa esa oscura comparación con la obra del ínclito bostonés? Entendería que dijeses que trasciende la obra de Mary Shelley.

    Y si la única ligazón del creador del pajarraco que decía «nevermore» y no era loro ni cotorra con el resto de la retahíla es su adicción al opio y las bebidas de contenido etílico, a semejanza del genial guitarrista co-autor de joyas como «Since I've being loving you» o «Kashmir», o del otro afroamericano de los pelánganos, sigue pareciéndome una justificación que se pasa de sutil para mezclar a ese escritor —también, sí, periodista, aunque no es esa parte de su obra la que ha trascendido hasta hoy— de la primera mitad del siglo XIX con el ya de por sí abigarrado revoltijo de figuras de bien avanzado el siglo de Mazinger Z y Naranjito.

    En cuanto a lo de las cacatumbas (sic, yo lo digo así en mi puerilidad), ya se me escapa completamente.

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  6. No, si la culpa es mía por no saber apreciar las profundas implicaciones religiosas que trascienden tu justa indignación al ver mezclado al profeta con personajes impíos. Quise ver un tímido intento de indignar al pobre escribiente y coloca-retrataúras de este humilde blojjj al cuestionar su buen juicio (y bien cuestionado está). El eminente bostoniano, no obstante, y por mucho que nos cueste admitirlo, poseía una imagen que ha trascendido su obra, por suerte o por desgracia. Para entendernos y por si algún incauto cae en la lectura de este incomprensible intercambio de impresiones; la imagen de Albert Einstein es conocida incluso para todo aquel que desconozca la Teoría de la Relatividad y de las implicaciones de la celebérrima fórmula E=mc², que en sí misma se ha convertido a su vez en otro símbolo; y yo soy el primero en admitir que se me escapan el 99,99%, siendo generosos, de las implicaciones y trascendencias tanto de la Teoría como de la fórmula.

    Si bien la imagen del Bostoniano no es tan conocida por estos lares, sí lo es en su país de origen, y por los iniciados, y en particular esta que se presenta, la más célebre, basada en el daguerrotipo Thompson, una de las últimas imágenes que se tomaron antes de su demasiado prematura muerte. Su utilización en esta indigna bitácora es meramente icónica, sin pretender hacer mención a sus creaciones e invaluables aportaciones a la cultura. A mi cultura. Efectivamente, el meollo del miajilla es presentar cosas que me gustan a mí, o que me han influído, o que considero de importancia, o lo que sea, pero siempre desde mi particular óptica, consciente de que mi poco original y deslustrado gusto cultural es compartido por multitud de seres humanos, los cuales, a pesar de estar acercándonos ya a las 10000 visitas, no hacen acto de presencia por aquí, salvo contados especímenes que me honran con una amistad que no merezco.

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  7. Admitiendo pues la intención icónica que me llevó a incluir al que relató los hechos del marinero de Nantucket como si de un carpintero palestino se tratara, desvinculándolo de apreciaciones adláteres, cierto es que la visión de tal icono al lado de otros personajes ha podido disgustarte, si bien son iconos al lado de iconos. Tu mismo defines como joyas en tu respuesta un par de co-creaciones artísticas del afamado y VIVO guitarrista británico, así como mencionas al individuo de raza negra fallecido en circunstancias dudosas con el descuidado estilismo capilar, del que yo aportaré como alhajas musicales, para que conste, The Wind Cries Mary o la versión de All Along the Watchtower, originalmente de otro tipo vivo (aunque apenas) de no menos descuidada pelambrera en tiempos, una de mis piezas “rockeras” de cabecera. Asimismo incluyo a James Douglas Morrison, que sólo por haber creado L.A. Woman o The End ya merece estar incluído en un panteón de ilustres. Otra cosa es que si los hubiera llegado a conocer personalmente, superada una infantil impresión admirativa, me hubieran gustado como personas. Afortunadamente no llegaremos a saberlo nunca, por lo que me quedo con su icónica representación y sus creaciones musicales, que como dijo Platón, son al alma como la gimnasia al cuerpo. Considerando lo poco que practico (nada) la disciplina que trataron de inculcarnos personajes como Pezzi o aquel tipo que nos recibió tras el desafortunado incidente con Musty y compañía en aquel descampado, en el que un par de PF delincuenciales nos despojaron de nuestras escasas posesiones, bonobus incluido, y que se empeñaba en que JL maroto lo saltara y que yo no me encaramara en su cima de un salto, haré ejercicios más espirituales. En cuanto al británico de gran orificio bucal, me abstendré de mencionar nada al respecto, ya que me daría apuro mostrar Simpatía por el Diablo. Toda esta chusma, drogaditos perdidos. Pero cuanto bien han hecho a mis ejercicios de alma.

    Del personaje que encarnó Boris Karloff en la obra maestra de James Whale, sólo superada en su filmografía por la secuela de esta en la que hacía aparición su fallida partenaire, y que fué subtitulado en su origen literario como El moderno Prometeo, incidir al tiempo que aclarar, que el personaje trasciende la obra de la señora de Percy Bysshe Shelley, que pasó a la historia por esta especie de One Hit Wonder, si bien hay más obras en su haber. No obstante, refiriéndonos al icono, nada tiene que ver con la hija de la señora Wolfstonecraft (si, era feminista y tomó el apellido materno, lo que por lo visto no obstó para añadirse el de su cónyuge), este es creación de Boris Karloff, que aportó el armazón y el lenguaje físico, si bien en los créditos del primer filme aparece como ???, y el maquillador Jack Pierce.

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  8. De los demás aportes cínicos de esta galería de iconos me abstendré de comentar nada, pues su inclusión es icónica, y además m´agradan por otros motivos. Pero veo que el fallo, enteramente mío, ha debido de ser el no haber tomado en consideración tu intención meramente reivindicadora de Edgar Allan como figura eminente y clave no solo en la historia de la Cultura Universal, sino en un devenir vital particular del que parece que solo el gallego se acuerda. La presunta celada, pues, no era tal, por lo que la puerilidad de la misma tampoco existe, al no existía ánimo de provocación, pues ten en cuenta que definir de horda y canalla a tan selecto grupo en un lugar, por virtual que sea, en que se reivindica entre otras cosas la labor que un puñado de esclavizados y pronto olvidados dibujadores que fueron bruguerianos (si, pronto olvidados, pues las generaciones que nos sobrevivan ya no sabrán siquiera quienes eran Mortadelo y Filemón, pues ya no te digo de doña Urraca o Agamenón), anteponiendo una supuesta validez (que en este caso es válida)de una figura clave en la historia del arte literario, sólo por el hecho de estar ratificada por los auto coronados popes que deciden qué es cultura y qué no lo es, cuando esa es una decisión que ha de ser particular y basada en la propia educación adquirida, ya que bastante complicado es acceder a la cultura si no resulta rentable para los que la manejan, que también suelen ser bastante incultos, es sospechoso, por lo que no hice más que tomar nota. Y creo que esta última ha sido la frase más complicada de leer y comprender que haya escrito en mucho tiempo.

    Finalizo este comentario aclarando que las catacumbas no se´que pintan aquí, salvo que el momento me pareció una palabra grandilocuente y revolucionaria que el retorno del absceso bucal que propició nuestra segunda concurrencia me dictó. Si bien es cierto que el siglo XX es opíparo en referencias culturales, lo suyo es saber diferenciarlas, siempre desde un punto de vista personal y con un bagaje cultural suficiente para lograr hacerlo. Yo aún no lo he logrado.

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