Chistes de Ibáñez (2)

Una de deportes.












Jeffrey Catherine Jones- Galería para completar y deleitar (1)















Cosas de Familia: La Familia Trapisonda, un grupito que es la monda

Corría el año 1958, hace ya 53 años, cuando el máximo artífice de las inspiraciones bruguerianas, el señor Rafael González, debió de pensar, un poco harto de que su dibujante estrella, Manuel Vázquez, fuera un tanto  displicente e irregular en sus entregas, que bien podía recurrir a un joven prometedor, admirador del despreocupado Manolo, con un estilo muy parecido en el dibujo y un sentido del humor parejo, un chiquillo de 22 años llamado Francisco Ibáñez. Como su anterior encargo, una pareja de detectives un tanto chapuceros, parecía ir teniendo tirón, le confió la creación de una historieta sobre una familia que fuera como la familia Cebolleta, pero sin ser la familia Cebolleta. Que tuviera algo distintivo, que se supiera que era del tipo que dibujaba a Mortadelo y Filemón, pero que recordara a la familia que dibujaba Vázquez. Se supone que esta iba a ser la fórmula del éxito.

Así que, poco antes del 7 de julio de 1958, Ibáñez se presentó con unas cuantas páginas, pues estas se compraban por lotes, y se publicó una de las del lote, no necesariamente la primera dibujada, en el número 1418 de la revista Pulgarcito.
Nacía así





Del Pulgarcito pasó a las “Selecciones del Humor de El DDT” y también al “Ven y ven” (después “Suplemento de historietas del DDT”) y a la contraportada del “Capitán Trueno Extra” donde se publicó desde 1960, llegando incluso a protagonizar una portada, una de las primeras que Ibáñez hacía, así como la inclusión de chistes protagonizados por el señor Trapisonda y compañía ilustrando la sección “Os lo cuenta Rodolfo Tuercas”, una tira de divulgación como tantas que se publicaban en los tebeos de la casa protagonizada por un robot que originalmente salía en una serie de ciencia ficción llamada Víctor, Héroe del espacio, con guión de Victor Alcazar (uno de los pseudónimos de Víctor Mora) y el chimpa por antonomasia, Martínez Osete, quien también hizo esa tira y aprovechó, como vemos, para chimpaizar a la familia Trapisonda. Finalmente se convirtió en una de las fijas del DDT. Y con el devenir de los años, fue publicada como relleno en todas y cada una de las publicaciones que estuvieran editándose en aquellos momentos a modo de relleno, como ocurría con cualquier serie de la casa.


Víctor, Héroe del espacio con Rodolfo Tuercas, y la sección Os lo cuenta Rodolfo Tuercas
Portada de la revista con las tres series serias principales de entonces
La portada de Ibáñez en el nº 360
Rodolfo Tuercas
Rodolfo Tuercas con un Trapisonda chímpico
Trapisonda en Rodolfo Tuercas
Al principio se trataba de historietas sobre una familia cuyos componentes eran un matrimonio y sus sobrinos, la mascota familiar y una asistenta. Ninguno de ellos tenía nombre de pila de momento. De hecho, unas semanas más tarde se publicó una historieta en la que llegaba un sobrino de Oxford, sobrino de la mujer, que resultaba ser el niño con gafas y birrete… cosas de entregar las historietas por lotes; se publicaban de forma desordenada, e incluso alguna se iba quedando en el cajón de pendientes durante semanas, mientras entregas más recientes se iban imprimiendo. Así, ¿Cómo iba a haber un mínimo de continuidad en el universo Bruguera?

Leonor y Pancracio son marido y mujer y tienen criada
La chacha Robustiana
En la "huida" de los Trapisonda no está Gafitas
Gafitas llega de Oxford



La diferencia entre los Trapisonda y los Cebolleta radicaba, principalmente, en el irrepetible abuelo, del que los Trapisonda carecían. Había dos niños en lugar de uno, la mascota no hablaba, “solamente pensaba (y mal)”, y en lugar de hija de buen ver, tenían asistenta de no tan buen ver que, al igual que la hija de los Cebolleta, acabaría desapareciendo.
No deja de ser curioso el caso de la asistenta, o la chacha. La chacha, actualmente empleada del hogar, es un personaje recurrente en Bruguera. Da casi la sensación de que fuera algo habitual en la España de aquellos días. 
 
Me detengo un instante en dos películas de las que actualmente se califican como Cine de Barrio por culpa/a causa de el programa de RTVE, en las que aparece esta figura de la chacha. Al igual que de los tebeos de Bruguera (algunos), de estas películas (algunas) se pueden sacar datos para una radiografía de la situación social de la época, y principalmente unas cuantas risas.
Una es “Las que tienen que servir”, con guión de José Luis Dibildos adaptando una obra de Alfonso Paso, y dirigida por José María Forqué en 1967. La interpretan Concha Velasco, Amparo Soler Leal, Laura Valenzuela, Manolo Gómez Bur, Alfredo Landa, José Sazatornil, Margot Cottens, Lina Morgan, Florinda Chico, Charles Stalmaker y  Álvaro de Luna.
Juana y Francisca (Concha Velasco y Amparo Soler Leal) son dos mu-chachas extremeñas que sirven en la casa de los Stevens, unos norteamericanos que residen en una urbanización exclusiva para personas de esta nacionalidad que viven al amparo de la base de Torrejón. A diario van a visitarlas el vago Antonio Ponce, (Alfredo Landa), medio novio de Juana, y el huevero Lorenzo Soto (Manolo Gómez Bur), que pretende a Francisca. Su relación va de mal en peor a medida que las muchachas tratan de imitar la democracia y las relaciones mujer-hombre de los norteamericanos, o su percepción de las mismas. Memorable la pelea entre los pequeños españoles y los enormes USAmericanos  (uno de ellos Álvaro de Luna), a la que se une un catalán casado con una militar norteamericana , harto de militares y manías yanquis, José Sazatornil, gritando viscas a emblemas de los Països Catalans, pero sin pasarse, que aún estaba Franco por ahí…

 La otra,  también basada en una obra de Alfonso Paso, “Cómo está el servicio”,  dirigida en 1968 para la gran pantalla por Mariano Ozores, e interpretada por Gracita Morales, José Luis López Vázquez, Irene Gutiérrez Caba, Antonio Ferrandis, José Sacristán, José Alfayate, Margot Cottens, Mari Begoña, Mari Sol Ayuso y la recientemente fallecida María Isbert.
Gracita Morales es Vicenta Berruguillo, una joven pueblerina que lo único que pretende es ganarse la vida en la capital y llega a Madrid para trabajar como chacha en la casa de un médico, de cuyo hijo se enamora locamente. El muchacho, para evitar que la chica se vaya y les deje sin servicio, sigue los consejos de su padre y finge estar enamorado de ella.
Mientras, su primo Manolo, José Luis López Vázquez, es un enfermero algo granuja que  embauca a unas chachas a las que mensualmente recoge su sueldo prometiéndoles un estupendo piso para casarse. Para no equivocarse de nombre cuando está con cada una, les llama a todas “pichurri”. Descacharrante la secuencia en la que se presentan todas, una a una, en las obras del supuesto piso y el bribón Manolo ha de ir situándolas en distintas plantas y alas de un edificio en construcción, subiendo y bajando escaleras para buscarlas y ubicarlas.


Aparte, estarían los múltiples papeles de chacha interpretados, aparte de por la ya mencionada Gracita Morales, por Rafaela Aparicio y Florinda Chico. En todo caso, esta figura siempre se corresponde con la de una mujer de origen humilde que deja el pueblo para buscarse la vida en la cuidad y entra a servir, ataviada con el pertinente uniforme de chacha,  en una casa con propietarios con posibles.  La chacha será ubicada en una habitación de la casa donde residirá, pues se trata de una empleada del hogar interna, lista para servir las 24 horas. Incluso acompañará a los señores cuando estos marchen de vacaciones (los cánones mandan que sea a San Sebastián o a Biarritz). 



Al contrario que la “señora de la limpieza” o “la chica que viene a casa a ayudar”, que era externa, la chacha o criada convivía con los señoritos, que eran de clase media-alta o alta (ya con clase aún más alta, tenían a mas de una persona a su servicio). Ya manifesté mi asombro porque Rigoberto Picaporte tuviera chacha. En el caso de los Trapisonda, todo parece indicar que se trata de una familia de clase media tirando a baja, por lo que se me antoja algo increíble que tuvieran chacha, aunque fuera sólo como algo hecho para diferenciarse de los Cebolleta.
Robustiana, tal es la gracia de la doméstica, y única, pues se trata de un personaje bastante rústico y lenguaraz, desapareció al poco tiempo de la vida de los Trapisonda sin más explicación. Posiblemente no funcionó, o a Ibáñez le apeteció (con el permiso del señor González) porque ya no daba más juego. Su aspecto era grotesco y nada agraciado, a pesar de lo cual (o debido a ello) atraía a numerosos “novios”. En una de las historietas, no obstante, se nos presenta a una chacha mucho (muchísimo) más agraciada… Por otro lado, una constante del servicio doméstico y sus empleadores en Bruguera consistía en que, al convivir, se convertían (si es que no lo eran en origen) en parte integrada de las respectivas vidas e historias. Como chachas tenemos a Petra, protagonista, que convive con su señora, convirtiéndose esta en parte indispensable de las historias de la criada por antonomasia de la historieta brugueriana. La otra criada por antonomasia es Eufemia, que aportaba una nota de color a la vida de Rigoberto Picaporte. Aunque para nota de color la de Panchita, la fámula de el Doctor Cataplasma. Una por protagonista y las otras dos por secundarias indispensables (sobre todo Panchita, debido a lo reducido del elenco cataplásmico) tenían un rol que no pintaba que fuera a alcanzar Robustiana, así que se la eliminó del escenario. Aparte de las chachas, también destacan en los tebeos de bruguera los  mayordomos, pero eso es algo que ya trataré en otro post más adecuado.
Robustiana cambiaba de aspecto cual metamorfo
Una chacha de muy buen ver llamada María...
¿El fin de Robusiana? O el de María, pues se adivina una mujer má atractiva marchándose.

Conforme pasó el tiempo, los Trapisonda se fueron acercando a los Cebolleta, haciéndose más…confundibles. No creo ser el único que en sus años tiernos confundía ambas familias. Aparte de la ausencia del abuelo (que de todas formas no aparecía en todas las historietas de Cebolleta), y la diferencia entre los niños (de uno a dos, y uno de ellos con aspecto empollón, aunque el niño Cebolleta pasó en una de sus encarnaciones por una fase empollona) tenemos a la mascota, un loro parlante en el caso de los Cebolleta que se comunica con toda naturalidad con Rosendo y compañía. Los Trapisonda tenían un perro, Atila, que no hablaba, como ya hemos dicho; pensaba. Y le tenía una manía casi (o sin casi) homicida al cabeza de familia. Como detalle curioso, fijaos en la época en que Ibáñez parece un clónico de Vázquez (o los Trapisonda de los Cebolleta), la de las orejas en espiral, en el detalle de las esculturitas abstractas que decoran la casa de los Trapisonda, nuy características de los Cebolleta.

Varios ejemplos adicionales de la manía que Atila le tiene a Pancracio
Pancracio de cansa de mantener a Atila
¿El origen del odio?
El cabeza de familia es en los dos casos el protagonista de las historietas. Ambos tienen, además, un aspecto similar, o mejor dicho, son clónicos. Sobre todo cuando Ibáñez dibujaba como Vázquez, en los tiempos de las orejas en espiral. Y ambos son oficinistas. ¿Ambos? No, pero si.
Y es que, al principio, precisamente cuando Ibáñez dibujaba como Vázquez, en los tiempos de las orejas en espiral (repetimos), el cabeza de familia de los Trapisonda era ¡Bombero! Le podemos ver en los ejemplos que ya he puesto vestido como tal o haciendo referencia a su profesión. Lo curioso es que era un bombero especial, casi un bombero oficinista; Ibáñez, supongo que a modo de hecho diferencial en forma de sutil gag, representaba a  este personaje acudiendo a un trabajo tan especial como si tal cosa. En lugar de ponerse el sombrero y coger un portafolio, se ponía el casco y se echaba al hombro una manguera enrollada y decía “Bueno, voy a ver si apago un poco algún fuego”. Otro detalle que le diferenciaba de Rosendo era que el señor Trapisonda lucía unas pequeñas gafitas, que me da la impresión de que eran añadidas a posteriori para diferenciarle del paterfamilias original vazquiano. Hasta tal punto que, finamente, también perdió esta característica.

De bombero con gafitas
Rosendo era el protagonista de los Cebolleta, pero el resto de miembros de la familia tenían su alta dosis de coprotagonismo, especialmente el abuelo. Sus historias transcurrían en diversos lugares, aunque principalmente tenían lugar den la casa de los Cebolleta. Pero también veíamos a Rosendo en su trabajo. Los Trapisonda salían casi siempre, por no decir exclusivamente, en su casa y alrededores como mucho, no viéndose nunca el lugar de trabajo del cabeza de familia, quizás, en todo caso, en muy contadas ocasiones que, de ocurrir, aún no he podido “catalogar”. Casi parece que nos encontremos con una de esas sit-com de la TV norteamericana grabadas en estudio en las que la acción transcurre exclusivamente en un par de decorados. Pancracio Trapisonda (ya era hora de decir su nombre, pero es que tardó en ser bautizado) acabó dejando su trabajo de bombero (como es habitual en los tebeos de Bruguera, sin solución de continuidad y de la noche a la mañana, o entre un número y otro) y se convirtió en un gris oficinista…supongo. Supongo porque de momento no he encontrado ninguna historia que tenga la oficina como telón de fondo, aunque sí que aparecen el (o los) jefes de Pancracio. Estas intervenciones del jefe sólo auguran malos tiempos para Pancracio, pues inevitablemente, tal es la ley del universo Bruguera, si algo malo le puede ocurrir al protagonista, peor será (excepto a Feliciano). Lo más común es que, por la razón más peregrina, el jefe se acerque a la casa de Pancracio (en lugar de acudir Pancracio a la oficina) y acabe ocurriendo algún hecho catastrófico que desencadenará el fulminante despido del pobre Trapisonda. Como no, estamos hablando del Universo Bruguera y su proverbial falta de continuidad, así que hay excepciones.

¿Por qué le mete el jefe la mano por dentro de la camisa? Surrealista
Cola Cao patrocina otra visita del jefe
El jefe (muy variados, como ocurre con los de Rosendo) pasa más tiempo visitando a Pancracio que en el lugar de trabajo.
Rosendo y Pancracio son calvos, llevan bigote y lucen pajarita, pero Pancracio es un personaje con peor fondo que Rosendo. Ambos llevan el peso de ser cabezas de familia, económicamente hablando, con lo mal que les va en el trabajo (deben de ser los personajes más despedidos de sus trabajos del mundo), pero es que Pancracio une a su desgracia de ser un personaje marcado por el cruel destino de ser uno de esos pobres desgraciados de Bruguera,  un carácter prepotente e incluso envidioso del que Rosendo, más entrañable, carece. Y eso se traduce en un mayor distanciamiento de su familia. A pesar de ser, como no, familias altamente disfuncionales, dentro de los estrechos parámetros que la censura permitía, los Trapisonda abundan aún más en esto, y tanto los sobrinos como su mujer acaban muchas historietas haciendo amargos reproches a Pancracio, cosa más rara de ver en los Cebolleta. Por no hablar de las mascotas, ya que Atila es uno de esos perros de Ibáñez (que también cultivó Vázquez) dueños de una mala gaita demoledora. El caso de Atila, que en este caso es el peor enemigo del hombre, es extremo, ya que propone incluso maneras de acabar con la vida de Pancracio.

Agrios reproches familiares

Varias historietas, cn el recurrente cartel de continuidad, y más disfuncionalidad familiar
Si ya de por sí los Trapisonda eran una familia muy, pero que muy disfuncional, la censura les convirtió en una familia… extrañísima, por decir algo suave. La absurda censura franquista tiene uno de sus hitos en Mogambo. La película de 1953 dirigida por John Ford presentaba un triángulo amoroso que se desarrollaba durante un safari en África, en el que una de las integrantes, Grace Kelly, se sentía atraída por el cazador, Clark Gable, que además tenía una relación con Ava Gardner. Lo que ocurre es que Grace Kelly estaba casada, con el personaje que interpretaba Donald Sinden. La censura pasó por alto lo del triángulo amoroso, ya que en todo caso se ve una competencia por un hombre que sólo una de las dos mujeres ganará, y mientras tal competencia acabe pasando por las manos de la Iglesia como final feliz, se presupone, no hay nada que objetar; pero no pudo perdonar que tal competencia la iniciara una mujer que ya estaba casada, por lo que con “sutiles cambios” en los diálogos, o sea, en el doblaje de los mismos (esto ya no es doblaje, es “adulteraje”, y  para disimular un adulterio), convertía a Grace Kelly y Donald Sinden en una pareja de hermanos que participaban en el safari, en lugar de un matrimonio. Desgraciadamente “se olvidaron” de suprimir determinadas escenas en las que los dos aparecían en actitud matrimonial, por lo que se pasó del matrimonio al incesto.
En el caso de la familia Trapisonda, la actitud de la mujer y los niños hacia Pancracio atentaba contra los valores tradicionales de la familia cristiana, que requerían respeto a la figura paterna. Por eso los hermanos Zipi y Zape, que deben de ser los únicos niños del mundo bruguérico  clásico que tenían padres,  atemperaron el inicial carácter de sus bromas y travesuras, y don Pantuflo les castigaba desproporcionadamente. El resto de los niños Bruguera (hasta que apareció Roquita, que ya tenía madre, o Benito Boniato, ya crecidito, que tenía padres) eran por definición sobrinos, como en el mundo de Walt Disney con Donald, Gil Pato y Juanito, Jorgito y Jaimito. Como excepciones estarán los adolescentes o niños ya crecidos, como los componentes de La Panda, o en general todo aquel vástago que no proporcione ningún tipo de quebraderos de cabeza a ninguno de sus progenitores, porque sus hazañas y proezas en el mundo del gamberrismo se produzcan fuera del ámbito parental, quienes se limitarán a ejecutar la férrea acción justiciera y punitoria. Este sería el caso de Pepito, el sobrino de Rigoberto Picaporte. En el caso de Luisito, el respetuosísimo sobrino de Don Pío y Benita, su sobrinismo, unido a una atemperación del abrupto carácter de Doña Benita, para suavizar el tono de la serie de cara a la ridícula censura,  venía dado por su ausencia inicial en el seno del matrimonio. Resultaba impensable que fuera hijo para no tener que presuponer de dónde había salido en infante, ¿acaso los esposos Pío se habían abandonado al deplorable vicio de la fornicación, por muy bendecido eclesiásticamente que estuviera su matrimonio? Pues sobrino al canto.

Aquí son marido y mujer
Leonor es madre de Felipín
Hermanos, tíos y sobrinos

Aquí son hermanos
Aquí Leonor se llama Lucrecia
Otra vez Leonor madre de Felipín
Y aquí de nuevo tía de Felipín
Demasiados niños...
Así pues, Felipín y Sabihondín fueron sobrinos de Pancracio desde el principio (Aunque Felipín fuera de vez en cuando hijo de Leonor), para evitar estos conflictos. Parece entonces que se ejerció la peor forma de censura existente: La Autocensura, ejercida por miedo a la censura oficial. Pero esta sobrinez les permitía vituperar la figura pseudopaterna convertida en tío sin temor a las iras de los de la tijera. Felipín, moreno, travieso y con cara de malo, y Sabihondín, calvo, con gafas, vestido de negro y tocado con un birrete y aspecto de empollón(pues recordemos que en un principio venía de estudiar en Oxford, y así se quedó), a pesar de tener personalidades diferenciadas, en la mayoría de las ocasiones actúan como un ente único, como un personaje; el niño (un niño dividido en dos).
Sabihondín empollón y Felipín gamberrete
Aquí solo aparece Felipín, haciendo de hijo
La familia al completo reprobando a Pancracio
Añadir leyenda

Y si Benita se extralimitaba en sus atribuciones matrimoniales al castigar durísimamente al pobre don Pío, y por tanto hubo de suavizarse en extremo, se decidió que la mujer de Pancracio, que llevaba el mismo camino, en lugar de atemperarse, se convirtiera en su hermana. Y ya como hermana supimos su nombre: Leonor (aunque en alguna historieta aparece con el nombre de Lucrecia, como ya hemos visto).
Así que tenemos a una pareja de hermano/hermana viviendo juntos con unos sobrinos a su cargo que, si no son los suyos es porque hay un tercer hermano por ahí del que no sabemos nada. Un hermano o hermana de estos dos hermanos que igual falleció, pero que puede dar lugar a pensar que se trata de un padre o madre desnaturalizado/a que ha abandonado a sus hijos, dejándolos al cuidado de sus hermanos. Y si nos ceñimos a la historieta de la llegada de Sapientín, en que este es el sobrino de Leonor, que no el de Pancracio… ¡La autocensura provocada por la censura monta un lío familiar de (falta de) padre y muy señor mío! Y es que el no saber por dónde te puede salir el censor ha de ser muy duro. Y encima con un perro que desea con fervor que le suceda algo muy malo a su amo, y si ese algo es la muerte, mejor que mejor. Si esto no es una familia disfuncional…

Mas reproches
Y mas...


La familia Trapisonda desarrollaba sus historias en una única página, excepcionalmente dos, descontando por supuesto las reediciones en las que se unían historietas por medio de una viñeta chímpica. Es la más conocida y más exitosa de las series menores de Ibáñez, seguramente por el efecto contagio-confusión de la Familia Cebolleta, sin quitar la parte de mérito correspondiente al dibujante de humor más internacional que ha dado el tebeo español. El hecho de ser una serie menor tiene algo bueno realmente. Y es que no existe ninguna historieta chímpica, salvo error, que es posible; es totalmente obra de Ibáñez todo lo publicado de los Trapisonda. (¿Todo? Exceptuando esas viñetas chímpicas y el caso antes mencionado de Rodolfo Tuercas, hay algún caso curioso y excepcional)
La historieta semi chimpaizada
Y es que en esta historieta, por alguna razón desconocida, aunque todo hace suponer que la chacha era más bien como la que hemos visto más arriba en la historieta de la quiniela, la criada está totalmente redibujada por un autor anónimo. Un chimpa. Alguien que cogieron para corregir el desliz inmoral de Ibáñez. Y este chimpa anónimo, por el estilo, apuesto a que era Gossett.

Dos ejemplos de chistes de Gossett en paraque veais que el estilo al dibujar mujeres es inconfundible

No podemos decir lo mismo de Mortadelo y Filemón, el Botones Sacarino, Pepe Gotera y Otilio, Rompetechos o 13 Rúe del Percebe. Al igual que las más modernas Chicha tato y Clodoveo y 7 Rebolling Street(que abandonó en cuanto recuperó a Mortadelo y Filemón) y las de menor éxito como Godofredo y Pascualino viven del deporte fino o Ande, ríase usté con el Arca de Noé, por nombrar sólo dos, no hay historietas chímpicas, por no resultar rentable, claro. Algo bueno había de tener la falta de gloria, o en este caso, la carencia de éxito apabullante, pues todo lo que llevaba el sello Ibáñez era garantía de aplauso.
Quedarían como casos extraordinarios Tete Cohete, que fue chimpaizada por Casanyes, o Don Pedrito y otras series publicitarias que no eran creación de Ibáñez y que más que chimpaizadas fueron continuadas. En el caso de Tete Cohete, de hecho, parece ser que Ibáñez le dibujó en historietas de una sola página publicadas en el diario Avui y reeditadas luego en l Zipi y Zape, y e la historieta larga de Mortadelo y Filemón titulada homónimamente “Tete Cohete”. El resto están dibujadas por Casanyes y demás chimpas sin acreditar.
Terminamos regresando a los Trapisonda. La palabra trapisonda significa bulla o riña con voces o acciones; embrollo; a su vez embrollo quiere decir enredo, confusión, maraña, embuste, situación embarazosa, conflicto del cual no se sabe cómo salir. En el Breve diccionario etimológico de la lengua castellana de Joan Corominas: “Del nombre del Imperio de Trapisonda (ciudad de Asia Menor), muy sonado en los libros de caballerías y el Quijote”.
Por otro lado se hizo muy popular en Europa (incluída España) una serie de películas basadas en la vida y eventos de la familia Von Trapp, que se tituló en España La familia Trapp (Die Trapp-Familie y Die Trapp-Familie in Amerika) y que darían origen en 1959 a Sonrisas y Lágrimas. No sería nada descabellado decir que el origen del nombre de los Trapisonda bien puede estar influido por el de los austriacos cantores. 
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Los Von Trapp reales

Los Von Trapp de Sonrisas y lágrimas
Las películas austro germanas

Curiosa página en que el estilo parece estar evolucionando de "las orejas en espiral" a cuando empezaba a "inspirarse" en los maestros franco belgas

Todavía inspirándose en Vázquez, comienza a ser más Ibáñez

Aquí es cada vez más Ibáñez, con un toque franco belga




Curiosa historieta de 4 páginas, de verdad, sin carteles de continuidad, completamente ibañezca, de la época posterior a las orejas en espiral, la de los "personajes retacos"


Dos totalmente vazquianas

Época de "personajes retacos" acercándose a la tercera etapa, "los clásicos"

Totalmente vazquiana

De transición entre "espiral" y "retacos"

Vazquiana, de orejas en espiral y narices puntiagudas

Totalmente franco belga

Acabamos con tres vazquianas, de oreja en espiral, la mejor época de los Trapisonda.